Marc
Dourojeanni[1]
Actualidad Ambiental, Lima / Lunes 20 de Marzo, 2017
(http://www.actualidadambiental.pe/?p=43711)
Es frecuente que se vea en las noticias que la policía
decomisa orquídeas colectadas ilegalmente, es decir no provenientes de viveros
autorizados. Se trata de decomisos de pequeña cuantía, hechos a personas
humildes que no obedecen la ley que obliga una serie de condiciones para la
extracción y comercialización de esas y otras plantas[i]. Parece bien, pero a
la vez deja una gran inquietud pues cada año se destruyen impunemente muchas
decenas de millones de orquídeas, incluyendo las más raras y amenazadas. Entonces,
¿qué daño hace recoger algunas para venderlas?
Como bien se sabe las orquídeas abundan en el Perú,
especialmente en la Selva Alta donde hay extensos bosques nublados pero, en
verdad, las hay en toda la cuenca amazónica y en otras regiones. Se estima que
en el país existen más de 3000 especies, o más del 10% de todas las que habría
en el mundo[ii]. Entre 2001 y 2015 se ha destruido más de 1.8 millones de
hectáreas de bosques amazónicos con tendencia creciente[iii]. En 2014 se batió
un record con 178 mil hectáreas. Más de la mitad de esa deforestación acumulada
ocurrió en la Selva Alta. Cada hectárea de bosque puede poseer desde docenas
hasta centenas de árboles cada uno, hospedando muchas orquídeas, sin mencionar
las que están en el suelo o en otros sustratos.
Es decir que mientras que cada año se decomisa centenas y que quizá se
comercializan algunas decenas de miles de orquídeas “ilegales”, la misma
autoridad encargada de evitar la pérdida de la fantástica diversidad de
orquídeas del Perú deja que se destruya posiblemente algunos cientos de
millones de orquídeas, muchas de ellas desconocidas para la ciencia, sin hacer
nada eficaz -aparte de establecer y cuidar áreas naturales protegidas- por
evitarlo.
¿Por qué, entonces, se hacen esos decomisos y para qué
invertir recursos escasos para ejercer un control insignificante, que ni está en el camino de resolver el problema
de la pérdida de orquídeas en el país? ¿No sería mejor concentrar esfuerzos
donde se puede tener mayor impacto en favor de mantener ese patrimonio natural
en lugar de tirar una fuente de recursos de los más pobres?
Lamentablemente, la respuesta no es tan obvia como
parece. En efecto, ocurre que en lugar de que exista demanda por todo el
universo de orquídeas, esta se concentra en relativamente pocas especies
vistosas y es sobre esas que los colectores inciden más y, para eso, no
procuran áreas en proceso de deforestación sino que las buscan en los pocos
rodales que aún existen cerca de donde viven y, eventualmente, pueden robarlas
de alguna área natural protegida. De ese modo su acción tiene una fase
incuestionablemente depredadora. Además, es asimismo un hecho que esos
colectores de orquídeas se localizan en áreas antropizadas desde hace mucho
tiempo, donde hay poco bosque mientras que los que talan bosques no se
interesan en aprovechar las orquídeas pues no saben qué hacer con ellas.
La ley forestal vigente[iv] no tiene piedad para con
quien desee colectar, transportar y vender plantas ornamentales. Puede hasta
exigir obtener una concesión, pero nadie puede escapar de por lo menos una
autorización que, en teoría, debe responder a un plan de manejo o plano de
extracción, al pago de derechos, a obtener una de guía de transporte y a
solicitar otros documentos que prueban el origen legal, entre otros papeles.
Todo lo que requiere viajes a las capitales regionales y engorrosos
procedimientos en oficinas públicas. Si alguna orquídea u otra planta
ornamental están en la lista de especies amenazadas el problema se multiplica.
Pero el campesino que colecta las plantas sólo sabe, más o menos, lo que es una orquídea y no tiene
idea de si está o no en las listas rojas de especies internacionalmente
protegidas. Como el policial ambiental y, con certeza, tampoco el ingeniero de
la autoridad forestal, saben reconocer esas plantas, por las dudas decomisan
todo. Hasta que el especialista en orquídeas, que está en la capital,
identifique el material, las orquídeas están todas muertas.
En una rápida revisión de los textos legales se
encontraron cinco artículos de la ley y seis del reglamento respectivo que se
aplican directamente a la colecta de orquídeas. Pero hay muchos más si se entra
en otros títulos de esos dispositivos. De otra parte, salvo error, el texto del
reglamento respectivo es mucho más restrictivo que el de la ley. En efecto, el
artículo 110 del reglamento sólo autoriza “la extracción de especies
provenientes del estado silvestre para formar el plantel genético, con fines de
implementación o ampliación de los centros de propagación”. En cambio, la ley
(artículo 710) no parece poner esa restricción y, por lo que está escrito, no
prohíbe la colecta para su venta directa, previa autorización. Sea como sea,
este caso es una muestra a más de una ley que fue hecha para otro país. En el
Perú la copiosa legislación no consigue evitar que se deforeste impunemente
cualquier bosque y que casi toda la explotación de madera sea “oficialmente”
ilegal. Pero se persigue a los pobres rurales que sacan unas cuántas plantas
ornamentales de lo que queda del bosque. La redacción de esa ley y de su
reglamento, en ese tema -como en muchos otros-
es una patética muestra de falta de criterio y en cierta forma, también
de abuso de autoridad.
Es decir que, de cualquier modo, es evidente que poca
cosa o nada cambiará si dejan de hacerse decomisos o si se les limita a casos
realmente abusivos. Posiblemente aumentaría el número de colectores y
vendedores y más orquídeas que no salen de viveros reconocidos circularían.
Pero eso, frente a la incalculable cantidad de orquídeas mucho más valiosas,
que todos los años son simplemente dejadas en los árboles cortados y luego
quemadas, seguiría no teniendo significación estadística. Y, muchos campesinos
o trabajadores con baja renta pasarían a ganar algún dinero adicional sin esconderse
de la autoridad. Los únicos descontentos podrían ser, quizá, los viveros
autorizados aunque en verdad esos venden esencialmente orquídeas cultivadas e
hibridadas, por lo que no parece que perderían mucho. Y, finalmente, bajar el
precio de las orquídeas naturales puede crear más interés de la sociedad por
ellas.
Dicho lo anterior se reconoce que es difícil establecer
hasta dónde llega el aprovechamiento de orquídeas en beneficio de los
campesinos y donde comienza el abuso y la depredación. Una cosa es la venta
ocasional de orquídeas en las carreteras de la Selva Central y otra, muy
diferente, es robar orquídeas del Santuario Histórico de Machu Picchu y
ofrecerlas a los turistas internacionales[v]. Eso, además de triplemente ilegal
ya que no se puede extraer y vender sin autorización, no se puede colectar en
áreas protegidas y, porque los extranjeros no pueden llevar esas plantas fuera
del país, es pésimo para la buena reputación del Perú. También es evidente que
un camión cargado de orquídeas con destino a mercados de Lima debe ser
intervenido. Pero hay otros casos que requieren pensar más. Un tiempo atrás un
norteamericano compró una orquídea desconocida para la ciencia de un agricultor
de Moyobamba, la llevó ilegalmente a su país -lo que constituye un acto de
biopiratería- y, la describió con su nombre -lo que no fue elegante pero es
perfectamente legal-. Ese hecho generó una tremenda indignación en el país pero
las mismas fuentes críticas reconocían que la especie está en vías de extinción
porque hasta los árboles del Bosque de Protección del Alto Mayo, donde se
encuentra esa orquídea, están
sucumbiendo a la tala ilegal[vi]. No hay mucha duda que es mejor para todos y
para la ciencia que el tal “gringo” diera a conocer esa planta y la salvara,
aunque sea ex situ.
La consulta hecha a una gran conocedora del tema[2] para
escribir esta nota ofreció la siguiente respuesta: “Pienso que no hay que
perseguir a los campesinos. Ellos sacan las plantas grandes pero dejan las
pequeñas. Yo sería de la idea de enseñarles y orientarles bien para que cuando
encuentren una planta con capsula la rieguen y sigan teniendo más plantitas.
Ellos no entienden las leyes. Hay que hablarles y mostrarles el valor de lo que
tienen y pueden manejar. Nadie, en ningún colegio de la Selva habla de
orquídeas que son una riqueza de este país. Como dices, la autoridad
pierde tiempo persiguiendo a los que
sacan unas cuantas y a los que talan el
bosque entero nadie les dice nada”.
Es decir que se puede hacer mucho más. Además de redoblar
el cuidado de las áreas naturales protegidas y de crear más donde la cobertura
no es suficiente, se puede lanzar una campaña con apoyo de los amantes de
orquídeas para que los pequeños agricultores que son los mayores responsables
por la deforestación, rescaten las orquídeas que están en los árboles que talan
y que aprendan a mantenerlas hasta que puedan venderlas. Enseñarles que todas
ellas, inclusive las que son minúsculas, son valiosas e importantes. También es
importante enseñar a todos, colectores y compradores, que la belleza de las
orquídeas no se limita a esas con flores grandes y colores vistosos y que
existen asimismo muchas especies que son verdaderas joyas en miniaturas. El
mismo programa de educación sobre orquídeas y otras plantas ornamentales debería
enseñar a colectarlas con cuidado, sin destruir el potencial de regeneración
natural que esas plantas ofrecen. Se trata de cuidados elementales y fáciles de
comprender. Como todo programa de ese tipo debe ser iniciado en las zonas donde
el comercio de las mismas es mayor y expandido progresivamente, aprovechando de
las lecciones aprendidas, a otras
regiones. Y, obviamente, deben controlarse severamente los abusos evidentes,
que nunca faltan.
Nadie en su juicio quiere que desaparezcan las orquídeas.
Mucho menos los que hacen algún dinero adicional con ellas. Pero el esfuerzo
por conservarlas debe colocarse donde vale la pena, especialmente en áreas
naturales representativas y bien protegidas, y no apenas haciendo
demostraciones de fuerza que crean insatisfacción social. Posiblemente todos
quisieran vivir en un país donde la rigorosa y compleja legislación existente
sea efectivamente cumplida y donde la ley brinde los resultados prometidos.
Pero ese no es el caso. Los legisladores peruanos siempre olvidan que lo
perfecto es enemigo de lo bueno y que tener la más avanzada legislación
inaplicable del mundo es, simplemente, ridículo.
[i] López,
Milton 2017 En peligro por su belleza: el comercio ilegal
de las orquídeas en el Perú Mongabay 26
Febrero 2017 (https://es.mongabay.com/2017/02/peru-orquideas-trafico/)
[ii]
https://www.researchgate.net/publication/257068739_How_Many_Orchid_Species ;
http://larepublica.pe/turismo/destinos/731218-el-mayor-vivero-de-orquideas-del-peru-se-encuentra-en-tarapoto
[iii] MAAP síntesis #2: Patrones y drivers de
deforestación en la Amazonía peruana
(http://maaproject.org/2017/maap-sintesis2/)
[iv] http://www.serfor.gob.pe/wp-content/uploads/2016/03/LFFS-Y-SUS-REGLAMENTOS.pdf
[v]
http://diariocorreo.pe/ciudad/crece-trafico-de-orquideas-en-machu-picchu-612253/
[vi]
http://rpp.pe/ciencia/biologia/orquidea-peruana-fue-patentada-con-nombre-de-estadounidense-noticia-918581
[1] Ingeniero Agrónomo, Ingeniero Forestal, Doctor en
Ciencias. Profesor Emérito de la Universidad Nacional Agraria, La Molina, Lima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario