Impresiones
de viaje (2010) a Huascarán, Paracas y Pampa Galeras[1]
El Perú es un país con tantas maravillas
naturales y culturales que visitarlo nunca cansa, inclusive cuando se vuelve
una y otra vez a los mismos lugares. Eso ocurre inevitablemente cuando se
reciben visitantes, amigos y familiares de otros países, que disponen
relativamente de poco tiempo pero que desean absorber la mayor diversidad
posible de experiencias peruanas. El
Cuzco es, obviamente, la primera prioridad pero, para esa visita, lo usual es
dejar que los visitantes vayan solos debido a su alto costo y a la buena
organización disponible en esa región para el turismo de diversos niveles y
precios. Por eso, antes o después de que vayan al Cuzco, acostumbramos realizar
con nuestros visitantes otros circuitos que permiten una visión más completa
del Perú pero que usualmente requieren que los acompañemos personalmente.
El primer circuito escogido incluye, al Norte,
la Reserva Nacional de Lachay (Chancay), Caral (en Supe), el Callejón de
Huaylas (paisajes en general y el Parque Nacional de Huascarán) y el Callejón
de Conchucos (especialmente Chavín de Huantar). Ese periplo, dependiendo de la
intensidad de la visita y de algunas variantes de la misma, lleva en promedio
cuatro días (tres noches). El segundo circuito es al Sur, incluyendo la Reserva
Nacional de Paracas, las dunas de Ica a partir de Huacachina, Nazca (las líneas
de Nazca, las ruinas de Huacache y los acueductos) y el broche de oro del
periplo es la Reserva Nacional de Pampa Galeras. Este recorrido consume de tres
a cuatro días y como máximo tres noches. Ambos viajes, más la visita al Cuzco y
a Machu Picchu, brindan una visión bastante completa de la geografía, la
ecología y la historia del Perú. Con más tiempo hay, obviamente, muchas otras
alternativas igualmente interesantes.
No voy a tratar de los aspectos culturales, de
la gastronomía y de la hotelería ni de otros aspectos de estos periplos, pues
son bien conocidos y no son del caso. En esta oportunidad como en otras, por
ser actor y testigo de excepción de la creación y evolución de las áreas
protegidas naturales mencionadas[3],
voy a ocuparme de ellas desde la perspectiva de un visitante no identificado.
Primeras impresiones al llegar a un área
natural protegida
La mejor noticia sobre las ANPs mencionadas es
que aún existen. Eso demuestra que a pesar de todo y contra todo, han resistido
a décadas de semi-abandono que apenas ahora parecen estar revirtiendo. Otra
buena noticia es que las previsiones de sus creadores en cuanto a turismo
interno y receptivo se han cumplido plenamente, a pesar de que la
infraestructura de ellas continúa siendo lamentablemente precaria. Es en efecto
impresionante ver, año a año, el incremento del turismo en esas áreas,
especialmente en Paracas y Huascarán. El impacto económico de esas ANPs sobre
sus áreas de influencia directa e indirecta ha sido enormemente positivo, como
se confirma con la proliferación de hoteles, posadas, restaurantes, negocios de
alquiler de automóviles y bicicletas, paseos
organizados en lanchas y buggies,
etc.
Lo absurdo es que las regiones que tienen la
suerte de poseer esas ANPs no reconocen esos beneficios y que en lugar de
apoyarlas y fortalecerlas suelen hacer todo lo posible por destruirlas,
proponiendo toda clase de usos y abusos reñidos con su finalidad y hasta con su
existencia. Por eso es indispensable continuar haciendo estudios que demuestran
incuestionablemente el impacto económico positivo de esas ANPs para el
desarrollo regional.
La señalización previa a la entrada de las
ANPS ha mejorado. Hay más carteles avisando la proximidad de esos lugares y
dando orientación para llegar a ellas y,
asimismo, estos avisos son de mejor calidad. En todas las áreas visitadas
(Lachay, Huascarán, Paracas y Pampa Galeras) también ha mejorado la demarcación
que es visible y asimismo, no quedan dudas en cuanto a la entrada principal a
las mismas, generalmente equipadas con una barrera, avisos, caseta o puesto de
control y a veces con una muy modesta exhibición. Aunque nada de eso es nuevo
debe reconocerse que está un poquito mejor que antes. Pero no hay mucho más a
destacar como mejoras que sea posible percibir para un visitante común.
¿Guardaparques apenas para cobrar el
ingreso?
Llama la atención en todas las ANPs que se
pueden visitar (ese no es el caso de Pampa Galeras) que los guardaparques con
sus nuevos e inadecuados uniformes azules sólo parecen interesados u ocupados
en cobrar el ingreso. En el caso del Huascarán (sector Llanganuco) contamos
seis guardaparques en el puesto de entrada pero no se encontró ni uno dentro
del Parque, ni siquiera en el área de la Laguna de Llanganuco para evitar los desmanes
de los visitantes o para darles indicaciones e explicaciones. En ese Parque ni siquiera
se provee al visitante de un folleto o cosa parecida y los guardaparques mal
contestan a las preguntas de los visitantes ávidos de información. Están mucho
más interesados en contar el dinero recibido, evitar que alguien entre sin
pagar y en registrar hasta el más mínimo detalle personal de los visitantes y
hasta de los infantes de pecho (nombre completo, número de documento,
nacionalidad, edad y fecha de nacimiento, sexo, procedencia, destino, etc.). No
se entiende porqué es más difícil entrar a ese Parque que al Perú por el aeropuerto
internacional. Supongo que la administración del Parque confunde a los
arriesgados escaladores de montaña, de los que si debe conocerse toda la
información posible, especialmente un teléfono de contacto para el caso de
accidentes, con los paseantes usuales que apenas van a admirar a muy respetuosa
distancia los nevados, lagunas y bosquetes de Polylepis.
Aunque los guardaparques de Lachay y Paracas
son más simpáticos que los del Huascarán y entregan un folleto explicativo o responden
con gentileza a las preguntas, ellos igualmente brillan por su ausencia dentro
de las áreas. El resultado en ambas lugares pero especialmente en Paracas es
que los automóviles andan por donde le da la gana a sus pilotos y que en ningún
punto crítico de las Reserva hay siquiera un guardaparque para controlar o
educar, que se supone sean sus funciones básicas. Es una pena que se
desperdicien tan buenas oportunidades de ayudar la población a comprender y a
amar sus áreas naturales protegidas y de respetar a sus guardaparques.
¿Y los directores y profesionales de las
ANPs?
Los guardaparques, hagan o no hagan lo que
deberían, por lo menos están en las ANPs. Pero en ya más de dos décadas de
visitar anónimamente las ANPs peruanas nunca, jamás, encontré un profesional en
el campo. Estos, como bien se sabe, en general viven en las capitales donde
están sus oficinas y muy raramente visitan las áreas de las que son
responsables. Lo hacen especialmente cuando llegan sus jefes de Lima en visitas
de inspección u otras o para atender alguna catástrofe. No es pues difícil de
explicar el comportamiento de los guardaparques carentes de guía y de ejemplo.
Las carreteras y las vacas en el Huascarán
El Parque Nacional del Huascarán está cruzado
por varias carreteras de uso público. Algunas existían desde antes de su
creación pero otras son nuevas y todas han sido “mejoradas”. Así siendo, los
turistas corren riesgo de muerte cuando, por ejemplo en el Sector Llanganuco,
se detienen a admirar el paisaje o las aves acuáticas. Camiones y ómnibus y
especialmente las camionetas de los mineros pasan a gran velocidad, arrojando
piedras y levantando nubes de polvo sobre los pobres turistas. Las carreteras
no tienen restricciones de velocidad ni tampoco disponen de miradores ni de
áreas de parqueo y, por cierto, los policías de tránsito que tanto sobran y
estorban en la carretera Panamericana están completamente ausentes en el Parque.
Fue un pecado original no haber puesto
limitaciones mucho más severas a la construcción y operación de carreteras
dentro del Parque Nacional. Lo peor es que siguen construyéndolas, como en el
caso de una que sale directamente detrás y encima de las ruinas de Chavín,
provocando derrumbes y otros daños que corrompen gravemente la armonía natural
del entorno de ese magnífico patrimonio cultural del Perú y de la humanidad.
Otro problema serio es la abundancia de ganado
vacuno y ovino que atenta contra el equilibrio ecológico y que contrasta
negativamente con el paisaje esperado. Desde los primeros planes de manejo de
ese Parque se planteó un programa intenso de convencimiento de los comuneros
dueños de rebaños para transformar sus actividades pecuarias actuales a la
de camélidos sudamericanos, alpacas y
llamas o vicuñas, otorgando para eso las facilidades crediticias, asistencia
técnica y de mercadeo que puedan ser necesarias. Pero, por lo visto, nada pasó
y todo sigue igual o peor.
¿Hasta cuando Pampa Galeras estará vedada
al turismo?
Se sabe que durante los “chacos” llegan muchos
visitantes a Pampa Galeras. Los “chacos” pueden ser espectaculares pero no
representan todo lo que se espera de un área protegida. Pampa Galeras, a
escasos 80 km de Nazca por una bella carretera en condiciones impecables es un
regalo para la vista, tanto por su paisaje sorprendente como por los centenares
de vicuñas visibles a ojo desnudo y por los grupos de cóndores y guanacos que
también pueden verse con facilidad, entre muchos otros animales y plantas
propios de la altura, como las vizcachas en los sitios rocosos o la Puya raimondii en sus laderas. Pero, Pampa Galeras está cerrada,
rodeada de cercos que apenas se justificarían durante el Chaco. En su
campamento clausurado herméticamente y sin alma viviente visible, no hay centro
de visitante, no hay explicación de nada, no hay senderos carrozables señalizados,
no existe área de picnic, etc. Bueno, no hay nada. Aún así vale la pena ir.
Otra vez, desde los anos 1960 estaba previsto
que Pampa Galeras fuera parte importante del circuito turístico
Lima-Paracas-Nazca. Los turistas llegan a Nazca apenas para ver las líneas y
algunos van a ver las ruinas restauradas de Huacache o los acueductos pero, por
absoluta falta de promoción, son poquísimos los que llegan a Pampa Galeras. Se
trata de un desperdicio colosal de ingresos para el negocio turístico de Nazca,
que podría con ese atractivo alargar en un día completo la estadía de los
visitantes.
Embarque caótico para las islas y baja
calidad culinaria en Paracas
¿Por qué motivos no se organiza correctamente
la salida de las embarcaciones para visitar las islas de la Reserva? Siempre
hay enormes filas con demoras de hasta una hora de espera incomoda, confusiones
sobre en que lancha embarcar o que asiento ocupar y todo eso siempre genera
corridas, atropellos y discusiones. Ni los peruanos entienden lo que pasa…. Cabe
imaginar la consternación de aquellos que no lo hablan. Al final todos salen al
mar y todos los visitantes regresan felices y admirados de lo que vieron y
hasta pueden olvidar el mal rato pasado en el embarque. Pero todos los días se ofrece
a nuestros visitantes un innecesario y vergonzante espectáculo. Dicen que la
culpa es de la Marina que exige salidas en bloque, en horario fijo. Otros dicen
que la culpa es de los pescadores dueños de las embarcaciones que no se
organizan bien. Sea lo que sea, es inconcebible que los visitantes deban sufrir
humillaciones cuando, en realidad, no faltan lanchas ni lugares. Debería haber
asientos numerados y horarios variados y la única fila que debería haber es la
necesaria para abordar ordenadamente cada embarcación. De otra parte, los
visitantes ni siquiera saben que esas islas que tanto admiran son parte de la
Reserva Nacional de Paracas y tampoco pagan ningún derecho para entrar en ella,
lo que si deben hacer los que viajan por tierra.
Es indispensable que las autoridades de
turismo o las de las ANPs intervengan asesorando a unos y otros sobre cómo
tratar decentemente a los visitantes. Este mismo comentario es válido para la
gastronomía. Ha sido una buen idea la de juntar los restaurantes dispersos entre Pisco y Paracas en el nuevo malecón.
Los locales están razonablemente bien instalados y limpios. Pero, difícilmente se
encuentra otro lugar donde se maltrate tanto a los excelentes insumos que el
mar ofrece y a la reputada culinaria peruana que en esos restaurantes. Cebiches
recocidos, conchitas a la parmesana sin queso, pescado desconocido vendido como
lenguado o corvina, salsas de ají y mayonesas bien dotadas de bacterias,
cerveza y gaseosas calientes, etc. son garantía de pasar mal durante el resto
del viaje. Además, no tienen lógica que todos los locales ofrezcan exactamente
los mismos platos. Es indispensable que las autoridades de turismo brinden
apoyo a esos locales para mejorar y diversificar la comida que sirven y
asimismo para asegurar un estándar mínimo de calidad.
Los tilandsiales de Caral
Entrar al sitio arqueológico de Caral por Supe
y, después de visitar ese magnífico lugar, seguir a Lima por Huacho, permite
apreciar un enorme y excelentemente conservado campo de Tillandsia, con
por lo menos dos especies de ese género, además de diversas otras plantas y
animales de ese ecosistema tan especial. Por su proximidad a Caral, ese sitio
debería ser transformado en un área natural protegida anexada al sitio
arqueológico, que con las explicaciones debidas permitiría aumentar los
atractivos de ese viaje al “norte chico”. Si ese pedazo de desierto no se
protege rápidamente será totalmente ocupado por las granjas que ya destruyeron
gran parte del mismo y por los motociclistas y jeeperos que en su manía de velocidad y emociones no reparan en la
belleza del lugar que mancillan.
En
conclusión
El Perú es un país maravilloso y encantador.
Nuestros visitantes siempre o casi siempre se van felices de lo que vieron, de
lo que vivieron y de lo que comieron y desean volver. También aprecian la
cordialidad de los peruanos. En nada de eso hay discusión. Pero podrían irse
más satisfechos si no hubieran perdido tiempo para ver un atractivo, sin dolor
de barriga por algo malo que comieron y, especialmente, si hubieran tenido mejores
condiciones para apreciar las bellezas naturales contenidas en nuestras áreas
protegidas.
[2] Ingeniero Agrónomo y Forestal, PhD. Profesor Emérito de la UNALM. Fue
Director General Forestal y de Fauna del Perú, Jefe de la División Ambiental
del BID y fundador de ProNaturaleza .
[3] Huascarán, Paracas y Lachay fueron establecidos como ANPs bajo su
gestión y asimismo trabajó intensamente en Pampa Galeras.
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